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Una pipa arqueológica de la Sierra de las Pintas, Baja California
2022-10-18
Antonio Porcayo Michelini
Centro INAH Baja California


Las pipas o chacuacos fueron frecuentemente mencionados en relatos históricos de exploradores y misioneros españoles, norteamericanos e ingleses, a lo largo de toda la época misional y el siglo XIX, describiendo su uso como parte del utillaje cotidiano, terapéutico y ritual de casi todos los indígenas que habitaban la Península de Baja California (Figura 1) (Álvarez 1975: 26, 73, 76; Venegas 1757:111; Del Barco 1973:237; Baegert 2013:106; Clavijero 2007:67; Sales 2002:82; Hardy 1997:248).

Se cuentan también con varios trabajos etnográficos que se hicieron en la Baja California Yumana durante la primera mitad del siglo XX, en los que es de resaltar el uso generalizado de chacuacos o pipas tubulares elaboradas de caña de carrizos, y el recuerdo de fumar en pipas de barro por sus ancestros años antes de las entrevistas que les hicieron a los indígenas yumanos. El uso de pipas de piedra en estas fuentes no es ni siquiera insinuado (Gifford 1930: 25; Gifford 1933: 270; Hohental 2001:281; Kelly 1973:91; Forde 1931:117; Meigs 1939:10), pero éstas sí se han encontrado arqueológicamente a lo largo de toda la Península de Baja California. Para el caso del actual Estado de Baja California son más frecuentes en la costa del Pacífico y la Sierra de Juárez, mientras que las de cerámica han sido encontradas también en la Sierra de Juárez y recientemente también en el Desierto Central, en territorio cochimí, lo que es de llamar la atención ya que estas son indudablemente de grupos alfareros y ellos no lo fueron, por lo que se les asocia a los yumanos del norte de la Península que de alguna manera interactuaron con ellos, o que fueron llevados ahí por los misioneros franciscanos o dominicos en época misional.

Como se verá más adelante, arqueológicamente comprobado las más antiguas en cuanto a su uso son las de piedra que algunas veces eran embellecidas con decoraciones esgrafiadas con motivos curvos, rectilíneos, zigzag, etcétera, seguidas por las de cerámica, que pueden tener una antigüedad de entre 100 y 1000 años, y que su manufactura, como ya se mencionó, correspondió exclusivamente a los grupos nómadas alfareros yumanos de la porción norte de la Península, en lo que son hoy el actual Estado de Baja California y áreas colindantes con California, Arizona y Sonora. A éstas pipas durante su modelado también se les aplicaba un asa para portarlas colgando.

La pipa o chacuaco de la Sierra de las Pintas
Durante la décima temporada de campo del Proyecto Registro y Rescate de Sitios Arqueológicos de Baja California- Fase Municipio de Mexicali, en recorridos arqueológicos efectuados en la Sierra de las Pintas, se registraron dos sitios arqueológicos (Porcayo y Rojas 2016), que en la onceava temporada de campo sumaron tres, conformados por varios concheros con concentraciones importantes de ostras (Ostrea angelica, corteziensis, palmula), y almejas (Chione cortezi, fluctifraga, Protothaca sp) (Porcayo y Rojas 2017: Anexo 5). Algunos de estos concheros fueron excavados en febrero de 2017.

Estos concheros son de suma importancia pues ahora se sabe que tienen una antigüedad de miles de años, cuando la conocida como Laguna Salada, seca desde varias décadas atrás, era mar, todo esto sugerido por las grandes concentraciones de conchas marinas de dimensiones considerables, encontradas en un tipo de concheros que anteriormente se conocían arqueológicamente nada más para el Alto Golfo de California, y no en lo que parecía ser solamente una zona de influencia del Río Colorado y su Delta (Figura 2). En estos sitios sobresale también la presencia de lítica tallada y pulida, entre estas últimas se encontró asociado a todos estos elementos un chacuaco manufacturado en basalto vesicular, siendo el primero que se encuentra producto de un proyecto arqueológico en toda esta zona (Figura 3).

La pipa de basalto mide 10.5 cm de largo, 7 de ancho con un espesor de 4.5 cm. Tiene un espesor máximo en los orificios exteriores del conducto de humo que va de 2 a 2.5 cm, y al interior en el cuello que forma la horadación bicónica con que se manufacturó éste, tiene un ancho de 0.8 cm (Figura 4).

La manufactura de las pipas de piedra debió de haber sido extenuante y meticulosa, pues no es un proceso fácil el desgastar y adecuar las rocas con este fin. Por lo general se utilizaban rocas blandas como la esteatita, o porosas, de origen volcánico, como el basalto vesicular de la pipa de la Sierra de las Pintas, que facilitaban su labrado. Para perforarlas lo más fácil era hacerlo por medio de dos perforaciones cónicas que iban de sus extremos al interior, hechas con piedras puntiagudas y arenas, desgastando los extremos hacia el centro hasta que se encontraran, formando orificios bicónicos que servirían como el conducto de humo. El exterior era modelado desgastando el chacuaco por fricción contra otra roca de mayores dimensiones y dureza.

Recientemente la pipa ha sido datada de manera indirecta por asociación a un fechamiento de radiocarbono efectuado en otolitos de peces en uno de los tres sitios concheros que la remontan entre los años 1916 y 1606 antes de Cristo, estos son más de 3500 años de antigüedad, lo que la hace una de las más antiguas fechadas en la Península y Golfo de California. Es importante mencionar que esta datación fue posible gracias al apoyo y financiamiento del Museo Nacional de Antropología de la Ciudad de México por medio de su Director, Dr. Antonio Saborit García-Peña y el arqlgo. Juan Martín Roja Chávez.

También del conducto de humo se tomaron los sedimentos que contenía y fueron enviados al Laboratorio de Arqueobotánica de la Subdirección de Laboratorios y Apoyo Académico del INAH. Ahí fueron examinados por la Ma. Susana Xelhuantzi López y el Mtro. José Luis Alvarado, sin embargo, cuando el material se observó bajo el microscopio estereoscópico: "se puso en evidencia la ausencia total de ceniza y de restos de materia orgánica y la presencia mayoritaria de arena silícea con micas que conforma el contexto en el que fue hallada la pipa", por lo que no se pudo saber qué clase de hierba fue consumida en el artefacto (Xelhuantzi y Alvarado 2016).

Actualmente se estudian en la Sección de Arqueología de Mexicali otros ejemplares de pipas de todo el Estado, sin embargo, de entre todas las recuperadas, la de la Sierra de las Pintas, por su contexto, materia prima, forma y antigüedad, es hasta ahora, arqueológicamente hablando, una de las más importantes, confirmando efectivamente que las pipas de piedra son las más antiguas y quizá fueron las primeras en ser usadas en toda la Península, pues cabe la posibilidad que las de carrizo lo hayan sido, pero debido a su naturaleza es muy difícil que se encuentren ejemplares arqueológicos para confirmarlo.

Bibliografía
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Porcayo Michelini, Antonio y Juan Martín Rojas Chávez
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Xelhuantzi López, Ma. Susana y José Luis Alvarado
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